Opinión

Las donaciones condicionadas y restringidas, un obstáculo para el desarrollo del tercer sector.

22 oct 2021. Mary Teahan.
CEO en Qendar.
En el mundo de las organizaciones de la sociedad civil existe un problema que poco se conoce: las donaciones restringidas. Muchas veces las define el donante, que desconoce la realidad compleja de las causas. ¿Existen caminos para revertir esta situación?.

Las organizaciones de la sociedad civil siempre darán la bienvenida a las grandes donaciones y agradecerán la ayuda recibida. Pero en el mundo de la gestión de recursos para el tercer sector existe un obstáculo que hasta el momento no se ha podido saltar: En la práctica las grandes donaciones son mucho más transaccionales de lo que admiten la mayoría de los donantes, quienes mediante algunas restricciones, limitan las posibilidades de cómo usar el dinero.

Cada vez más donaciones vienen con condiciones o restricciones adjuntas, a tal punto que a veces las mismas Entidades solicitan fondos restrictos a aplicaciones específicas. Es una práctica que ha crecido especialmente entre los donantes institucionales y corporativos. No deja de ser una señal de que el donante no se compromete plenamente con la organización a la que apoya.

Aunque las Entidades rara vez se quejan, porque sienten que son la parte más débil en la mesa de recaudación de fondos, las restricciones son un impedimento para el crecimiento de sus organizaciones. Por lo general, estos condicionamientos o restricciones dirigen el gasto hacia actividades de campo en lugar de inversiones básicas en personas, sistemas e infraestructura que fortalecen e impulsan el desarrollo de las organizaciones. Incluso, la presentación de informes extensos sobre el uso de fondos consume valiosos recursos de gestión y condiciona la capacidad de la organización para recaudar fondos de varios donantes para el mismo conjunto de actividades. En otros casos, las restricciones pueden ser destructivas porque motivan a las organizaciones de la sociedad civil a iniciar actividades personalizadas según los gustos del donante, en vez de establecer sus prioridades basadas en sus conocimientos de las necesidades imperantes de la causa.

Leticia García, directora ejecutiva de la Fundación Natalí Flexer, explica con un ejemplo la importancia de no restringir las donaciones: “Tiempo atrás una persona se acercó a la fundación para dejarnos en vida su legado. Le dijimos, casi como pidiéndole permiso, que pensábamos destinar ese dinero a la diversificación de nuestra estrategia de desarrollo de fondos, con el objetivo de garantizar la sustentabilidad de la organización en el largo plazo. Su respuesta fue esperanzadora porque nos dijo que para él era un orgullo que su legado sirviera para que nuestro proyecto perdurara en el tiempo. De esa manera, la actitud del donante, al aceptar dar a los fondos un destino que habitualmente es resistido, nos permitió generar los recursos que posibilitaron un gran crecimiento en nuestros servicios. Claramente, el impacto logrado superó las expectativas iniciales del donante”.

Con una mirada amplia de la problemática García agrega: “En nuestra Fundación sabemos que los fondos donados no nos pertenecen. Por el contrario, estamos convencidos de que tenemos la responsabilidad de generar a través de ellos el mayor impacto posible en la vida de los chicos con cáncer y sus familias. Por eso, nos parece absolutamente imprescindible que la eficiencia se mida por el impacto logrado con las donaciones recibidas. Muchas veces, el logro del mayor impacto por parte de la OSC está reñido con las restricciones impuestas por el donante. Por eso, es necesario comprometerse con una causa y compartir con la organización cuál es la mejor manera de abordar la problemática. Estas son algunas de las responsabilidades que los donantes deben asumir para definir en forma conjunta el destino de su aporte que permita el mayor impacto posible”.

Práctica habitual

Cualquier OSC receptora admitirá que es un financiamiento flexible y sin restricciones lo que permite que su organización funcione eficazmente. Desde nuestra experiencia, decimos que se puede convencer a los donantes en la mayoría de las veces para que eliminen las restricciones y acepten las sugerencias de los miembros de la organización que conocen la realidad cotidiana.

Hay una lección aprendida durante este último año y medio que valida el hecho de que las OSCs necesitan flexibilidad en la aplicación de fondos. Muchos son los casos de organizaciones que tenían proyectos parados por efectos de la cuarentena, mientras se veían impedidos de avanzar para solucionar emergencias surgentes de la pandemia porque no podían redireccionar los fondos congelados a los usos frenados.  En una época donde es imprescindible ser precisos en el gasto y la inversión, es importante que alguien lo diga: las restricciones no son el distintivo de un donante profesional, sino un mecanismo de control artificial y demasiadas veces contraproducente.

Las donaciones o subsidios generalmente deben realizarse, siempre que sea posible, para programas en curso y costos operativos y administrativos generales. La efectividad de las organizaciones benéficas debe medirse de acuerdo con su historial, la calidad del personal y los planes futuros. Los resultados deben medirse durante años, no meses.

Claro que hay casos especiales – en particular los endowments (fondos para invertir cuyas rentas devienen a la OSC) y las campañas de capital para obras específicas – donde es razonable especificar el destino de los fondos. Por ejemplo cuando una universidad desea apoyar una nueva línea de investigación y nombra por el donante del endowment la facultad o una cátedra que se dedicarán a este tema.  O bien un hospital necesita construir un aula de pediatría y ofrece nombrar las salas por las familias y empresas que financian la obra.  Y aún así, sería importante acordar con el donante cómo aplicar cualquier sobrante de fondos que pudiera haber luego de logrado el objetivo original.  Pero tanto los endowments como las campañas de capital son infrecuentes, comparadas con campañas de fondos para operaciones y proyectos en marcha.

Para todo lo demás, en lugar de atender al sentido de importancia de los donantes, lo ideal es que los ingresos sean asignados a la dirección de la organización de la sociedad civil. Luego, los donantes podrán evaluar los resultados y decidir si hacen otra donación, sin restricciones, por supuesto. Tal vez sea menos divertido para los donantes, pero rendirá mejores resultados para las causas atendidas por organizaciones benéficas y – como consecuencia – para la Sociedad total. Creemos que las donaciones deberían ser irrestrictas, pero basadas en el análisis del impacto que se espera lograr, y que es obligación de las OSCs presentar a sus potenciales donantes un plan de acción que muestre el impacto que se logrará y luego generar reportes que demuestren a los donantes que ese impacto está siendo alcanzado.

Fuente de Información: http://www.qendar.com.ar

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